“De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo”. William Shakespeare. 

“Conocer bien a los otros es inteligente, conocerse bien a sí mismo, es sabiduría”. Albert Einstein. 

¿Quién eres? ¿Cómo eres? ¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde vas? ¿Qué quieres conseguir? ¿Qué es esencial para ti? ¿Qué te hace único e irrepetible?

En el mes de marzo, en los Colegios Zola trabajamos el valor del Autoconocimiento, como parte de nuestro Programa Pensamiento Emocional. El autoconocimiento es una “linterna” que te permite “ver” y estar en contacto con tu interior. Implica darte cuenta en el día a día de:

  • Tus “qués”: qué necesitas, qué deseas, qué valoras.
  • Tus “cómos”: cómo piensas, cómo sientes, cómo hablas, cómo actúas.
  • Tus “porqués”: qué te hace ser como eres, pensar, sentir, actuar, relacionarte como lo haces.
  • Tus “para qués”: qué quieres aportar, qué legado quieres dejar en las personas, en el mundo.

Para desarrollar tu autoconocimiento necesitarás embarcarte en un viaje hacia ti mismo; un viaje valiente y honesto para descubrir, como si de un mapa del tesoro se tratase, dónde tienes las fronteras, las reservas, dónde guardas las riquezas, dónde fluyen los ríos, dónde están los manantiales de la paz o dónde quedarían las minas de guerras pasadas. De qué habrá que vacunarse para visitarte, dónde hacer fotos y dónde guardar la cámara…

autoconocimientoDicho de otro modo, somos pequeños universos por descubrir y para lograr «ser consciente de ti mismo», necesitarás profundizar en tu autoconocimiento para identificar:

  • Tus necesidades.
  • Tu propósito, tus sueños.
  • Los valores que rigen tu comportamiento.
  • Tus objetivos.
  • Tus fortalezas y áreas de mejora.
  • Tus emociones y cómo las gestionas.
  • Tus pensamientos y cómo influyen en tus emociones y en tus conductas.

Pero el autoconocimiento no es un viaje cómodo; durante este proceso te encontrarás con aspectos de ti mismo, que quizás hubieras preferido que no estuvieran allí. Ponerte delante del espejo del autoconocimiento tiene ese riesgo.

Por eso es importante iniciar el proceso de ser consciente de ti mismo con una actitud neutra y comprensiva, como observadores, desapegados de cualquier juicio de valor, desapegados de ese ideal que nos gustaría representar; y sencillamente mirar con respeto, con objetividad y con cariño, para reconocer y, sobre todo, aceptar lo que encontremos.

La buena noticia es que descubrir cómo somos, lo bueno y lo malo, y aceptarlo, abrazarlo, nos abre la increíble posibilidad de transformarlo. Cuanto mejor conozcas la materia prima, que eres tú mismo, mejor podrás modelarte, gestionar tus emociones y provocar cambios para convertirte en tu mejor versión, para caminar hacia tus objetivos.

La ternura y el sentido del humor son equipaje imprescindible en este viaje, ya que te ayudarán a aceptar los resultados de tus comportamientos pasados, comprendiendo que son simplemente lo mejor que sabías hacer con los recursos que tenías en ese momento.

Elevar tu nivel de conciencia implica asumir una mayor responsabilidad sobre tus pensamientos, sentimientos y comportamientos. A su vez, ese mismo conocimiento te va a permitir liberarte de las cadenas que has ido encontrando por el camino: autoimposiciones, creencias limitantes, juicios ajenos asumidos como realidades, deseos de otros asumidos como propios…

Cuenta Valerio Manfredi, autor de “Alexandros. El hijo del Sueño”, que Alejandro Magno, de regreso de una de sus campañas, visita la ciudad de Delfos y, fascinado, se detuvo ante el santuario de Apolo y contempló las palabras esculpidas en letras de oro que pronunció Sócrates que decían: “Conócete a ti mismo”. Crátero, que lo acompañaba, le preguntó “¿Qué significa esto, en tu opinión?”, Alejandro respondió:

“Es evidente. Conocerse a uno mismo es la tarea más difícil porque pone en juego directamente nuestra racionalidad, pero también nuestros miedos y pasiones. Si uno consigue conocerse a fondo a sí mismo, sabrá comprender a los demás y la realidad que lo rodea”.

El autoconocimiento nos hace libres; y esa libertad nos permite asumir nuevos retos para trasformar y transformarnos.

El conocimiento y la aceptación nos aportan confianza en nosotros mismos, en lo que somos, en cómo somos, en nuestras elecciones, en nuestros actos. Y es ahí donde radica la relación (directamente proporcional) entre el autoconocimiento y la autoestima.

Por lo tanto, conocerte a ti mismo, te va a permitir:

  • Comprenderte y aceptarte.
  • Reconocer tus fortalezas, tus recursos personales y potenciarlos.
  • Reconocer tus áreas de mejora.
  • Ganar confianza en ti mismo al ampliar tu consciencia respecto a tus valores, cualidades y logros.
  • Mejorar la relación contigo mismo. Ganar autoestima.
  • Mejorar la relación con los demás, comprenderles mejor y entender las circunstancia que están viviendo.

¿Quieres embarcarte en este viaje hacia tu autoconocimiento? Te invitamos a reflexionar y descubrir tus fortalezas y áreas de mejora respecto a tus competencias sociales y emocionales. ¿Te animas? Te proponemos que realices la actividad de “Tu imagen pública”, pinchando el siguiente enlace:

Carmen García de Leaniz

Responsable de Pensamiento Emocional

Grupo Zola